El doctor Gabriel Gutiérrez Ospina, investigador y coordinador de la investigación en el Departamento de Biología Celular y Fisiología del Instituto de Investigaciones Biomédica, en la UNAM, explicó que el proyecto empleó a la tortuga negra o prieta (Chelonia agassizi), especie que anida sólo en playas de Michoacán y en las Islas Galápagos, para llegar a esa conclusión.Con estos animales, el grupo de expertos mostró que el ojo es el órgano receptor-primario de la información magnética ambiental percibida. “Estos datos llegan a zonas del cerebro donde también se procesa información visual, tal y como se observó en los primeros estudios de mapeo cerebral, cuyo propósito fue colocar en un grupo de tortugas recién nacidas imanes sobre la cabeza y en el caparazón para distorsionarles el campo magnético terrestre”, expresó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario